Gente feliz.

Hoy me siento a tu lado, cada vez más y te quiero a mi lado,
cada vez más, tus sentimientos me impulsan a vivir mejor, el mal tiempo ya no importa, contigo es mejor,
cuando el silencio aprieta mis sentidos y no hay escape, no hay salida, te abrazo, tomo tu mano, para seguir caminando rumbo a lo desconocido con temor, pero contigo, así es mejor, cada vez más.

POR ESO TE DIGO,

Si no te gusta lo que digo, si no te gusta lo que hago si no te gusta lo que digo ni mis amigos tapate los oídos. Andate!

(La Nadiné)

03 diciembre 2009

y si te como a besos, tal vez la noche sea más corta, no lo sé yo solo no me basto, quédate y lléname su espacio, quédate, quédate

Muchas veces los besos suelen ser tomados a la ligera. Sin embargo, un beso bien dado puede llegar a ser el principio de una buena historia.
Eso fue lo que le pasó a Jimena. Había conocido a Nicolás en una noche sin luna. Luego de una charla intrascendente y poco interesante, justo cuando la chica estaba por despedirlo sin pena ni gloria, el hombre la besó. Fue un beso increíble. Digamos que a Jimena le sorprendió la manera en que Nicolás la miró profundamente a los ojos, la tomó de una mano, la pasó por detrás de su cintura, la atrajo hacia él... y la besó. Al principio fue un beso lento, de labios secos y semicerrados. Luego, comenzó a crecer la intensidad, a medida que la boca se entreabría y esos tímidos labios se empezaban a mojar. Una vez que la chica dejó de mostrar resistencia y se dejó llevar por sus sorpresivas ganas de seguir besando, el chico comenzó a hurgar en la boca de Jimena, buscando su lengua esquiva. Ella se dejó llevar, se acomodó mejor, tomó coraje y abrió la boca con ganas, devorándose a Nicolás que ya no necesitaba seguir insistiendo. De a ratos dejaban de besarse, se miraban unos segundos, respiraban lento y profundo y volvían a encontrarse. Se mordisqueaban los labios, se lamían las comisuras. Se gustaban, se degustaban, se sentían, se olfateaban, se probaban, se maridaban, se complementaban, se devoraban, se saciaban, se bebían. A veces, la chica lo tomaba del cuello, le levantaba la cabeza con ambos pulgares y pasaba su lengua por la garganta y por la pera de Nicolás, para clavarle apenas los dientes y luego seguir besándolo. Y así, se comieron a besos un buen rato, cruzando fluidos, abriendo sus bocas y jugando con sus lenguas. No… los besos no deben ser tomados a la ligera.
Creo firmemente que si un hombre no es generoso al besarme, tampoco sabrá hacerme el amor.
He dicho.

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